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Pinacoteca meteorológica

Yonne, la carretera de Vermenton


Yonne, la carretera de Vermenton


Maximiliem Luce
Año 1906
© Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza

Las nubes algodonosas que con frecuencia salpican los cielos en primavera y verano, son un motivo recurrente en los paisajes de muchos cuadros. La razón es bien sencilla, ya que esos días luminosos y de tiempo bonancible, históricamente han sido aprovechados por numerosos pintores, quienes tenían la oportunidad, una vez dejado atrás el inclemente invierno, de recrearse en la suerte de la pintura al aire libre. El pintor impresionista francés Maximilien Luce (1858-1941) nos dejó unos bonitos paisajes con un telón de fondo atmosférico acorde con lo que habitualmente identificamos con el “buen tiempo”. Los veranos que pasó en el departamento francés de Yonne, en la Borgoña, le permitieron sumergirse por completo en la naturaleza y retratar bellos paisajes como éste, algo por lo que sentía predilección. El crítico de arte y conservador del Museo del Louvre, Paul Jamot, se refirió a Luce en 1907 con las siguientes palabras: “(…) le encantan la primavera y el verano, la suavidad de los primeros días de buen tiempo, la suntuosa frondosidad de los follajes de julio, la paz de los crepúsculos calurosos, las nubes ligeras que se ven correr a través de las ramas floridas, (...) la última luz del día y de la estación”. Las nubes que Maximilen Luce plasma en este lienzo son cúmulos de la especie mediocris, cuya principal particularidad es que presentan un desarrollo vertical algo mayor que los humilis (las nubes de buen tiempo por excelencia).

© José Miguel Viñas

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