Emanuel Gottlieb Leutze
1851
© Metropolitan Museum of Art, Nueva York
Si bien este conocido cuadro no destaca por sus elementos atmosféricos, los bloques de hielo flotante entre los que se abren paso las barcas, tienen su razón de ser en el intenso y prolongado frío que sabemos que aconteció a finales de 1776 en el nordeste de los EEUU; momento y lugar en que tiene lugar la operación militar representada en la pintura. Se trata de un ataque por sorpresa dirigido por George Washington (1732-1799), que en aquel momento, en plena Guerra de la Independencia de los EEUU, era el Comandante en Jefe del Ejército Continental revolucionario. El objetivo de esa acción fue doble; por un lado, hacerse con el control de la localidad de Trenton, en New Jersey, tomada por el ejército británico, cuyas confiadas tropas habían pasado un relajado día de Navidad, y por otro, levantar la moral de los soldados, a quienes los rigores invernales habían diezmado y causado múltiples padecimientos. Un contingente de 2.400 hombres, con el carismático Washington al mando, cruzó el río Delaware la tarde del 25 de diciembre de 1776, llegando a la otra orilla al caer la noche, a una zona situada a 7 kilómetros de Trenton. Tras dividirse el ejército en dos columnas, cada una de ellas avanzó, ya de madrugada, por caminos separados para unirse a las puertas de la ciudad y llevar a cabo un sorpresivo ataque a las 8 de la mañana del día 26. En el cuadro se aprecia la transición entre el día y la noche, aunque Leutze –el artista que firma la obra– intercambia su posición. El cielo nocturno –el oscuro– lo sitúa en la parte derecha, y el diurno –el luminoso– en la izquierda. Teniendo en cuenta que el río es la frontera natural entre los estados de Pensilvania y New Jersey, y que Washington y sus hombres lo cruzan en sentido Oeste-Este (Pensilvania-New Jersey), el ejército debería dirigirse hacia la zona de oscuridad nocturna, no al revés, tal y como se representa. En lo que respecta a los trozos de hielo que flotan en las aguas del Delaware, Leutze los pinta como si de pequeños icebergs se tratase, un detalle que se aleja de la realidad. En los ríos, al helarse, lo habitual es que se formen galletas o tortas de hielo (
pancake ice), en las que la parte superior es aplanada. Cuando las condiciones de congelación son duraderas y se registran temperaturas muy bajas –circunstancias que eran relativamente frecuentes en Norteamérica y Europa entre los siglos XVI y XIX (“Pequeña Edad de Hielo”)– esas galletas terminan cubriendo toda la superficie del río, adosándose las unas con las otras y formando una costra helada.
© José Miguel Viñas
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